Conductas en niños, niñas y adolescente frente
a eventos adversos
Los desastres pueden dejar a los niños atemorizados, confusos e
inseguros. Ya sea que el niño haya experimentado un trauma en persona, lo haya
visto en la televisión o haya escuchado a adultos hablar del desastre, es
importante que los padres y los maestros estén informados y listos para ayudar
si comienzan a presentarse reacciones a la tensión emocional.
Los
niños pueden responder a un desastre demostrando temor, tristeza o problemas de
comportamiento. A veces, los más pequeños vuelven a hábitos de conducta que ya
habían dejado atrás, como orinarse en la cama, tener problemas para dormir y
mostrar angustia ante la separación. Los niños mayores pueden mostrar enojo,
agresión, tener problemas escolares o encerrarse en sí mismos. Algunos niños que
sólo tienen contacto indirecto con el desastre, pero que lo presencian por
televisión también pueden quedar afectados.
Es importante saber…
La manera en que los niños reaccionan ante un
desastre o una emergencia se relaciona estrechamente con la forma en que sus
padres manejan la situación. Los niños perciben los temores y tristeza de los
adultos. Los padres y adultos pueden hacer que los desastres resulten menos
traumáticos para los niños si toman medidas para manejar sus propios
sentimientos y elaboran planes para sobreponerse. Los padres son casi siempre
la mejor fuente de apoyo para los niños después de un desastre. Una forma de
establecer un sentido de control y crear confianza en los niños antes de un
desastre es que participen y se interesen en la preparación del plan familiar
para desastres. Después del desastre, los niños pueden colaborar en el plan
familiar de recuperación.
Reacción de los niños
ante un desastre, por edad
Del
nacimiento a los 2 años. Cuando los niños todavía no saben
hablar o apenas comienzan a expresarse y experimentan un trauma, no tienen
palabras para describir el suceso o sus sentimientos. Sin embargo, conservan
recuerdos de imágenes, sonidos u olores determinados. Los bebés pueden
reaccionar ante el trauma mostrándose irritables, llorando más de lo acostumbrado
o queriendo que los lleven en brazos y los mimen todo el tiempo. La mayor
influencia en los niños de esta edad es la actitud de sus padres. Cuando los
niños crecen, en sus juegos pueden representar elementos del suceso traumático
que ocurrió varios años atrás y en apariencia había quedado en el olvido.
Preescolar—de 3 a 6
años. Los niños en edad preescolar a menudo se sienten
indefensos e impotentes ante un suceso abrumador. Debido a su edad y tamaño pequeño,
carecen de la capacidad de protegerse a sí mismos o a los demás. Como
resultado, sienten un gran temor e inseguridad respecto a quedar separados
delas personas que los cuidan.
Los pequeños en edad preescolar no comprenden el concepto de pérdida
permanente. Para ellos, las consecuencias son reversibles o permanentes. En las
semanas posteriores a un suceso traumático, los niños en edad preescolar
recrean en sus juegos el incidente o desastre una y otra vez.
Edad
escolar—de 7 a 10 años. El niño en edad escolar posee la
capacidad de comprender la permanencia de la pérdida. Algunos niños se
preocupan mucho por los detalles de un suceso traumático y desean hablar
constantemente de ellos. Esta preocupación puede afectar la concentración del
niño en la escuela y provocar una baja en su rendimiento académico. En la
escuela, los niños pueden oír información imprecisa que comentan sus compañeros
y exhibir una amplia gama de reacciones: tristeza, miedo generalizado o temores
específicos de que el desastre vuelva a ocurrir, sentimientos de culpabilidad
por haber actuado o no haber actuado durante el desastre, enojo por que no se
impidió el suceso o fantasías de ser héroes.
De la pre adolescencia a la adolescencia—de 11 a 18 años. A
medida que los niños van creciendo, adquieren una comprensión más compleja del
desastre. Sus respuestas se parecen más a las de los adultos. Los adolescentes
pueden comportarse de manera peligrosa o arriesgada, como conducir de manera
imprudente o consumir bebidas alcohólicas o drogas. Otros se muestran temerosos
de salir de casa y evitan actividades que antes realizaban. Buena parte de la
adolescencia se centra en ubicarse en el mundo. Después de un trauma, la visión
del mundo puede parecer más peligrosa e insegura. El adolescente se siente
abrumado por emociones intensas, pero no puede hablar de ellas con los demás.
¿Qué factores determinan la respuesta de los niños ante el Desastre?
A) Factores relativos al Desastre:
Cuando el desastre es severo, los
niños han de enfrentarse a un gran número de
problemas: falta de comida, agua y refugio, daños en la propiedad,
alojamiento inadecuado, violencia, falta
de cuidados médicos, recuerdos traumáticos, reubicación, separación de los
padres, crisis económica.
Como más severa sea la exposición traumática
más extrema tiende a ser la reacción (ej. proximidad al epicentro de un
terremoto, zona de impacto de un huracán, lugar de un ataque misil).
Como más cruel sea la experiencia
vivida más severa será la respuesta (ej. presenciar a gente muy dañada o ver
cuerpos mutilados, enfrentarse a una amenaza a la propia vida, sufrir pérdidas
humanas y especialmente de familiares).
Los desplazamientos continuos
también son predictivos de una peor respuesta psicológica.
Los niños sometidos a varias
experiencias traumáticas son más proclives a tener más síntomas postraumáticos.
B)
Factores relativos al Niño:
Edad: Las
variaciones entre los diferentes estudios hace difícil generalizar. Los niños pequeños
se consideran más vulnerables, con más problemas de conducta, miedos, síntomas
regresivos y problemas de separación. En cambio, la depresión y la ansiedad son
más características de niños mayores y adolescentes.
Este hecho reflejaría distintas maneras de expresar el mismo
dominio sintomático básico en grupos con diferentes niveles de madurez
cognitiva y afectiva.
Género: Los
resultados son contradictorios. Algunos estudios no encuentran diferencias de
género. Otros sugieren más síntomas internalizados en las niñas (depresión, ansiedad,
miedos) y conductas externalizadas en los chicos (alteraciones conducta, agresiones).
Las chicas tienden a ser descritas como con mayor capacidad de reacción y
adaptabilidad en la infancia, pero más vulnerables en la adolescencia.
Vulnerabilidades
y alta capacidad de adaptación: Los niños con patología
previa, particularmente síntomas de ansiedad y dificultades de aprendizaje, y
niños que hayan sufrido más hechos traumáticos en el pasado (ej. divorcio
padres, accidentes), son más proclives a tener síntomas severos después de
un desastre. En contraste, los niños alegres y con alta capacidad de reacción
incluso cuidan a los adultos durante y después de un estresor mayor. Suelen
tener también facilidad de aprendizaje y de resolver bien los problemas.
Habilidades
resolutivas: Estrategias de afrontamiento negativas o
defensas más inmaduras para afrontar el estrés están asociadas con mayor
persistencia sintomática a lo largo del tiempo.
C)
Factores relativos a la Familia:
Reacción
de los padres: La presencia de adultos cuidando a los niños
durante y después de un estresor mayor está considerado el factor protector más
importante y consistente.
La reacción de los padres al desastre y su habilidad para
contener la ansiedad, especialmente la de la madre, está generalmente correlacionada
con la severidad de la respuesta del niño.
Funcionamiento del sistema familiar: Las familias con grados
extremos de cohesión (o muy disgregadas o muy rígidas), no suelen aportar un soporte
apropiado que permita al niño procesar las experiencias traumáticas y alcanzar
una resolución constructiva.
Cuidar el soporte, unos patrones de comunicación abierta
y sensibilidad hacia las necesidades del niño permitirá a niños y padres
regular un proceso adecuado y discutir hechos relativos al desastre cuando sea
necesario.
Por otra parte, el estrés parental puede llevar a un grado
de preocupación que implique una sobreprotección hacia los hijos, que
interferirá en el proceso saludable de resolución.
D)
Factores Sociales y Culturales:
Amistades: Son
valiosos recursos de afecto recíproco y apoyo, asistencia mutua y seguridad
emocional fuera del contexto de la intimidad familiar. También se incluirían relaciones
de apoyo con profesores y otros adultos.
Comunidad: La
fortaleza interna de una comunidad bajo el desastre es el resultado de la operación
de varios factores y procesos: un liderazgo efectivo, cohesión social, poder institucional,
servicios de emergencias disponibles, infraestructura apropiada, planes preparados
de desastres y una fortaleza común que depende de factores culturales
(educación, ideología)
Cultura:
Algunas culturas favorecen que los niños expresen sus sentimientos displacenteros
y de estrés y otras no, lo que debe ser tenido en cuenta por los clínicos cuando
planean intervenciones de tratamiento, ya que la cultura media en la ideología
y la identidad.
En los casos más extremos, hay culturas que permiten a los
niños afrontar riesgos que transcienden a su edad (ej. niños soldados,
explotación sexual).
¿COMO PODEMOS AYUDAR A LOS NIÑOS DESPUÉS DE UN DESASTRE?
Atender
las necesidades emocionales del niño
El comportamiento,
ideas y sentimientos de los adultos influyen en las reacciones de los niños.
Los adultos deben alentar a los niños y adolescentes a compartir sus
pensamientos y emociones respecto al incidente. Aclare los malos entendidos
respecto al riesgo y el peligro; escuche las inquietudes de los niños y
responda a sus preguntas. Mantenga una sensación de calma y valide las
preocupaciones y percepciones de los niños y hable con ellos sobre planes
concretos para garantizar su seguridad.
Escuche lo que le dice el niño. Si un niño pequeño
hace preguntas sobre el suceso, responda con sencillez sin la elaboración
necesaria para un niño mayor o un adulto. Algunos niños se tranquilizan al
saber más o menos información que otros; decida qué nivel de información
necesita su hijo en particular. Si el pequeño tiene dificultades para expresar
sus sentimientos, permita que haga un dibujo o cuente una historia de lo que
ocurrió.
Trate de comprender qué es lo que causa la angustia y
el miedo. Recuerde que después de un desastre, lo que más temen los niños es
que:
- El
suceso vuelva a ocurrir.
- Alguien
cercano a ellos muera o resulte herido.
- Se
queden solos o separados de la familia.
Tranquilizar a niños
después del desastre
Las siguientes sugerencias son para tranquilizar a los
niños:
- El
contacto personal es tranquilizador. Abrace y acaricie a sus hijos.
- Con
calma, proporcióneles información objetiva sobre el desastre reciente y
los planes para garantizar su seguridad y recuperación.
- Aliente
a sus hijos a que expresen sus sentimientos.
- Pase
más tiempo con sus hijos; por ejemplo, a la hora de acostarlos.
- Restablezca
su rutina diaria para el trabajo, escuela, juegos, alimentos y descanso.
- Asigne
a los niños tareas específicas para que participen y sientan que están
ayudando a que la vida familiar y comunitaria se restablezca.
- Elogie
y dé reconocimiento al comportamiento responsable.
- Entienda
que sus hijos tendrán toda una variedad de reacciones ante los desastres.
- Aliente a sus hijos a participar en la actualización del plan familiar para desastres.
Si ha tratado de crear un ambiente tranquilizador,
según las indicaciones anteriores, pero su hijo continúa muy tenso, o si las
reacciones empeoran con el tiempo o afectan el comportamiento diario en la
escuela, el hogar o con otras relaciones, tal vez convenga consultar a un
profesional. Puede conseguir ayuda profesional del médico de cabecera del niño,
un proveedor de salud mental especializado en las necesidades de los niños o un
clérigo.
Supervisar y limitar la exposición de su familia a los medios de
comunicación
La cobertura noticiosa
relacionada con un desastre puede suscitar temor y confusión y despertar
angustia en los niños. Esto es especialmente válido en desastres a gran escala
o ataques terroristas que provocan muchas pérdidas materiales y de vidas
humanas. Especialmente con los niños pequeños, las imágenes repetitivas de un
suceso pueden hacer que ellos crean que el suceso se repite una y otra vez.
Si los padres permiten que
los niños vean la televisión o usen el Internet, donde aparecen imágenes o
noticias sobre el desastre, los padres deben acompañarlos para estimular la
comunicación y dar explicaciones. Esto puede incluir que los padres supervisen
y limiten como consideren conveniente su propia exposición a la información que
provoca angustia.
Usar grupos de apoyo
Los padres ayudan a sus
hijos cuando adoptan medidas para entender y manejar sus propios sentimientos y
maneras de enfrentar la situación. Para hacerlo, deben crear y usar los
sistemas de apoyo social de la familia, amigos, organizaciones y agencias
comunitarias, instituciones religiosas u otros recursos que sean de utilidad
para la familia. Los padres pueden crear sus propios sistemas de apoyo social
únicos para que en caso de emergencia o cuando ocurra un desastre puedan
recibir apoyo y ayuda para manejar sus reacciones. Como resultado, los padres podrán
dedicarse más a sus hijos y estarán mejor capacitados para apoyarlos. Casi
siempre, los padres son la mejor fuente de apoyo para sus hijos en épocas
difíciles. Pero para apoyarlos, los padres necesitan atender sus propias
necesidades y contar con un plan de respaldo.
La preparación para un
desastre ayuda a todos los miembros de la familia a aceptar el hecho de que los
desastres ocurren, y brinda una oportunidad para identificar y recopilar los
recursos necesarios para satisfacer las necesidades básicas después del
desastre. La preparación ayuda; cuando la gente se siente preparada, enfrenta
mejor los problemas, igual que los niños.
Revisar:
Asociación Mexicana para Ayuda Mental en Crisis
A.C.
Centro Internacional de Psicotraumatología-International
Psychotraumatology Cente
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